Podemos confundir la sensación de «vacío» con tener hambre.
Pero, ¿qué es la sensación de vacío?. Esta expresión puede englobar varios y diferentes sentimientos o sensaciones. Desde estados de distimia en los que la persona vive periodos caracterizados por la tristeza y baja energía vital, hasta emociones de desesperanza, apatía, malestar emocional o rabia no gestionada.
Previo a un episodio de ansiedad por atracón, existe un estado emocional no identificado ( o sí ), que acaba siendo silenciado y calmado a través de la ingesta de comida. La persona no come por hambre o necesidad de nutrir el cuerpo con el alimento, sino como manera de regular su estado emocional.
Se trata por tanto, de una ESTRATEGIA REGULADORA DISFUNCIONAL.
- – Tiene la función de silenciar (momentáneamente) la sensación sentida. (Regulación).
- – No produce ningún beneficio a medio-largo plazo.
- – Deteriora nuestra salud y cronifica una conducta «autoagresiva» hacia nosotros mismos.
- – Provoca sentimientos de culpabilidad, rabia, y descontrol una vez ha terminado el episodio compulsivo.
¿Qué le sucede a nuestra microbiota?
Queda cada vez más alterada. La alteración de la microbiota en estados anisoso-depresivos es evidente.
Ciertas bacterias crecen en número y solicitan mayor ingesta de alimentos azucarados, palatables o procesados. Estos productos se convierten en nuestra adicción, sin olvidar la sintomatología derivada de esta desregulación que mantiene un estado constante de inflamación y neuroiflamación. Obtenemos por tanto, más anisedad, más tristeza, dolor físico y mayor malestar emocional a todos los niveles.
Romper el círculo de adicción y compulsión.
No salir de este círculo hará que permanezcamos en un camino de deterioro. Por difícil que parezca, SÍ es posible iniciar un proceso dirigido a recuperar nuestro equilibrio, físico y emocional. En definitiva, recuperar la salud a través del re-encuentro, conciliación y respeto ante nuestras experiencias, vivencias e historia de vida.
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