Las células cerebrales, los neurotransmisores y las hormonas no son actores solitarios en este baile. Se enlazan con las células inmunológicas en una conversación química que condiciona cómo enfrentamos la incertidumbre y el estrés y viceversa. Cuando las emociones turbulentas prevalecen, las señales químicas se extienden como ondas, provocando una reacción en cadena en el cuerpo.
La ansiedad, esa tormenta de nuestro horizonte, envía señales al sistema inmune, que se prepara para responder a amenazas externas e internas. Al mismo tiempo, esa ansiedad puede surgir de las señales de activación de nuestros sistemas.
Cuando la comunicación no es adecuada, la cadena de procesos puestos en marcha pueden resultar en inflamación crónica, afectando no solo nuestro estado de ánimo, sino también nuestra salud física.
Aquí es donde la psicoterapia y la psiconeuroinmunología, nos permiten comprender, trabajar y empoderarnos tejiendo los hilos entre los mundos de la mente y el cuerpo.
Explorar estos nexos nos brinda la oportunidad de nutrir nuestro bienestar desde múltiples perspectivas. Desde la gestión de estrés, trabajo cognitivo/emocional, la regulación de nuestro sistema nervioso a través de respiración y prácticas restaurativas, y el ejercicio físico, hasta la elección consciente de alimentos. Cada decisión que tomamos es un paso en ese baile de nuestra vida. Es como crear una sinfonía, donde las notas emocionales y químicas se entrelazan en una melodía que resuena en todo nuestro ser. De nosotros depende crear una melodía armoniosa o por el contrario, totalmente desafinada.
Así que, cuando sientas que las olas de ansiedad se elevan, recuerda que no estás sola/o en esta danza. Tu mente y tu cuerpo están conectados en una trama de complejidad, pero al mismo tiempo de múltiples posibilidades. La psicoterapia y psiconeuroinmunología, nos sirven de guía en esta travesía, recordándonos que somos arquitectos de nuestra propia salud, capaces de crear una danza vibrante de equilibrio y bienestar.